Algo menos

Tu eres el corazón que esperaba. El post anterior creo que no fui clara respecto a mi posición respecto a cuando escribo algo que no es poesía. Suelo poner muchas cosas de mí misma en estas historias pero de manera consciente, como aquel guión sobre el romance entre dos chicas de secundaria. Sin embargo, hay otras en las que simplemente llegan dentro de un apagón de mi consciencia. 

Acabo de recordar esa historia que empecé a escribir que al final terminó siendo una idea para el apunte que aquí escribo. Por ejemplo:  

Una mañana despierta bañado por la luz que entra por la ventana.
Se mira en el espejo y el sol cubre sus brazos, el torso, de manera oblicua
La sensación de estupor crecía mientras contemplaba en su reflejo un cuerpo que era y no era suyo.
Algo dentro de sí era como una oleada vertiginosa, distinta, voluptuosa, ajena a las personas, pero no para él. 

Es/era como un sueño en donde borrosamente existía. La imagen, dispersa.
Creía ver algo más allá de sí mismo. No era algo atávico, era una constelación de nervios que él reconocía como suyos, únicos, estrellas de un universo distante y cercano a la vez. 

De un rincón de su estante, toma un ramo de flores que recogió la noche anterior de su jardín. Sus pétalos suaves se deslizaron en su mano

Su cuerpo se arqueaba, el pálpito de su descubierta piel le agobia 

Estaba lleno de sí. A solas, había sentido de sí mismo el nuevo cielo que añoraría por el resto de su vida. 

No sé de dónde salió esta idea. Pero la dejo ir. Como a todos mis personajes masculinos. Tan inesperados y con esa mesmerizante forma de ser ellos mismos. Ellos llegan y yo perdí su origen. 

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