Golpearse contra el vano de la puerta

Una vez, una mujer caminó en dirección de un árbol. Mientras esperaba con ansias su sombra para plantar su descanso, algo de ella empezó a andar por su cuenta.

El reflejo sutil de su cuerpo deambuló delante de ella, tomó su aroma y anduvo con prisa. Antes de desprenderse de ella, acarició su corazón hasta herirlo.

Verle a la cara y descubrirse ajena, el resplandor suyo, luz oscilante pero radiante, cabalgando el aire ya, de manera desenfrenada por delante.

Afuera el aire golpea veloz, fresco.

Afuera, las frutas sobre la fuente. La manzana roja, las uvas dulces.
Afuera

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