Rojo

A veces me da la impresión de somos como niños que nos escondemos inútilmente detrás de una piedra con el objetivo de que no vean como nuestros ojos enormes reflejan esa necesidad de ser amados. Basta que venga alguien que perciba el olor de tu cuello para que  reconozca esa necesidad de buscarte a través del amor de muchas otras personas... hasta encontrarte. No es el lobo feroz, pero a veces es casi como si lo fuera. No le tengo miedo, ojalá menos gente fuese un poco como yo en ese aspecto, igual acepto la sutileza de la ternura de alguien que aún se esconde.





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