Difícil describir

Hasta hace poco había sido como desplazarse entre la niebla, y en ella, notar con cierta desesperación que los bordes de lo conocido perdían su forma y las palabras se desdibujaban. 

El mundo anterior había sido algo así como un mundo creado con mis manos y cuerpo, amaestrado por sentimientos condicionados. Vivía a través de una fantasía de cosas que soñé reales, mis sentimientos eran francos, mis carencias manipuladas. Pero no era la voz de una presencia humana, era la proyeccion de algo más grande. Quizás fue el refugio de mi niñez también inventada por los libros que solían acariciarme. En esos mismos libros que alguien más leyo y en los que me encontró alguna vez. 

Ser perceptivo respecto a este tema tampoco es gran cosa. Soy hija de mi tiempo. He sido hija de varias cosas, pensándolo bien. Pero algo que no veía de manera tan clara es que de las palabras no se nace. Y mi piel ha estado en contacto desde que he nacido con una boca que aprendió a hablar. Una mente que ponía una detrás de otra, una idea más de éstas.

El aspecto del retrato de lo que observo es hiperrealista. Es decir, si, trata de ser 100% fiel.
Pero a la vez, los colores de este nuevo aspecto parecen demasiado brillantes. Los ojos se escuecen por la luminiscencia de cada tono nuevo a mis ojos.

Quiero cerrar la boca, lo hago esta mañana en la que he despertado insomne. 
Abro el cuerpo, el dedo se posa sobre una temperatura que al inicio parecía ser esquiva.

El sol me está dando de lleno, calor. Que me abrace. Me dejo abrazar.

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