Te quiero, pollita.
Una niña de ojos grandes, de esos que te hacen llorar, me dijo una vez eso.
Me vino a la mente, la imagen de ella misma, con esas pestañas largas y esos ojazos, acariciando un pollito amarillo, con su mano suave y pequeña. Su rostro maravillado con el piar. Qué cosa tan feliz. Un átomo de pelusa tibiecito. Un pollito, qué alegría. Y la cara de ella, sonriente, otro pollito que solo sabe dios donde está ahora.
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